La relación entre el educador y el educando es fundamentalmente narrativa, discursiva, orientadora.
El educador aparece como un agente indiscutible cuya tarea es "llenar" a los educandos con los contenidos de su narración, que sólo son retazos de la realidad.
La narración conduce a los educandos a la memorización mecánica del contenido. La narración los convierte en "vasijas", en recipientes que deben ser "llenados" por el educador. Cuanto más llene los recipientes mejor educador será, cuanto mejor se dejen "llenar" dócilmente, mejor educandos serán.
Así, la educación se transforma en un acto de depositar, el educador hace comunicados y depósitos que los alumnos reciben, memorizan y repiten, (este es el único margen de acción que se ofrece a los educandos) = educación bancaria.
En esta visión no existe creatividad alguna, no existe transformación ni saber.
La razón de ser de la educación libertadora radica en su impulso inicial conciliador. La educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador-educando (que ambos hagan de educadores y de educandos).
En la medida en la que la "visión bancaria" anula el poder creador de los educandos o lo minimiza, estimulando así su ingenuidad y no su criticidad, satisface los intereses de los opresores. Lo que pretenden los opresores es "transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime". Con el fin de lograr una mejor adaptación a la situación que, a la vez, permita una mejor forma de dominación.
Los llamados marginados, que no son otros sino los oprimidos, jamás estuvieron fuera de, siempre estuvieron dentro de. Dentro de la estructura que los transforma en "seres para otro". Su solución, pues, no está en el hecho de "integrarse", de "incorporarse" a esta estructura que los oprime, sino transformarla para que puedan convertirse en "seres para sí".
Obviamente , no puede ser éste el objetivo de los opresores. De ahí que la "educación bancaria" jamás pueda orientarse en el sentido de la concienciación.
Si los hombres son seres de la búsqueda y su vocación ontológica es humanizarse, pueden, tarde o temprano, percibir la contradicción en que la "educación bancaria" pretende mantenerlos, y percibiéndola pueden comprometerse en la lucha por su liberación.
Los opresores estarán mas tranquilos cuanto más adecuados sean los hombres al mundo, y más preocupados cuanto más cuestionen los hombres el mundo.
El antagonismo entre las dos concepciones, la "bancaria", que sirve a la dominación, y la problematizadora, que sirve a la liberación, surge precisamente ahí. Mientras la primera, necesariamente mantiene la contradicción educador-educandos, la segunda realiza la superación.
Con el fin de mantener la contradicción, la concepción "bancaria" niega la dialogicidad como esencia de la educación y se hace antidialógica; la educación problematizadora a fin de realizar la superación afirma la dialogicidad y se hace dialógica.
A través de éste, resulta un nuevo término: no educador del educando; no educando del educador, sino educador-educando con educando-educador.
Candela Vañó Ferrer.
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